Quizá, el cual alucinado Quijote, vengo tratando que la gente comprenda, especialmente las autoridades, que se tiene que respetar lo de ayer, que no se puede destruir todo lo bello, hermoso y que encierra vida y obra de hombres y mujeres que ya no están, pero sus obras quedan y vivirán mientras las nuevas generaciones lo quieran.
La modernidad cabalgada en salvajes potros y las autoridades, semejando nuevos Atilas, no reparan en nada; todo lo destruyen, todo lo dejan que se pierda. Ahí está como testimonio Pacasmayo, ya nada queda o poco queda de lo que fue.
El terreno preparado para jardines, solo faltaba ciudad. A un costado de la iglesia, ahora se ha tronchado y es un nuevo edificio, horroroso, quiebra la unidad de todo. Pero seguramente, será más rentable, dara más dinero.
No hay que olvidar, fue terreno y trabajo de quienes ya no están y pusieron todo lo suyo para que se conserve.
Y me parece, capaz equivocado, que las nuevas generaciones no tienen ningún derecho para destruir lo que nada les ha costado, no han puesto ni un clavo en esas antiguas construcciones.
San Pedro de Lloc, humanisimo pueblo que, algún momento histórico, tuvo la presencia de hombres y mujeres que han marcado hitos en la vida nacional y no solo local. Estar en la Plaza de Armas, en verdad engrandece el espíritu, ennoblece el alma y se puede reflexionar. No abundan los conocidos taxicholos, menos los "locutorios" o centros de escandalos. La existencia trascurre calma y sin apresuramientos. Está lejos del bullicio de los pueblos que quieren ser "grandes" o intentan ser modernos.
Sus casonas se respetan, sus patios se conservan, no se emplean para galerias o centros comerciales, no abundan las comidas al paso o la comida chatarra. Las comparaciones son negativas, pero la Capital de la Provincia es otra cosa. El local de dos plantas, levantado de adobe de adobe en la esquina de la Plaza de Armas se ha caido por los años, seguramente será rescatado, reparado y otra vez estará de pie mostrando muy orgulloso el ayer, el pasado. No creo que se derrumbe y se levante un monstruo que quebraría la estética que se mantiene en el cuadrado de la Plaza. Las autoridades locales, los ciudadanos y los hombres de estudio, sabrán conservar la grandeza de los locales.
El edificio del legendario colegio "Andrés Rázuri", seguro, firme, fuerte, invita al recuerdo. El del colegio "Santa Teresa", de la misma manera, hay mucho que regresar.
Y la entrada, el legendario "Arco" ahí está de pie y desafiando el tiempo. Hay mucho de hermoso y de grande en San Pedro de Lloc. Aparte del mundo agrícola, de los campos frutales y de sus gente sumanente humana y bondadosa.
Por eso y por mucho más, ojalá San Pedro de Lloc, nunca cambie; que no se aproxime a la tragedia de la modernidad y de la locura.
Nada más, respetado pueblo de hombres y mujeres que las páginas de la historia se honra en presentarlos.
tomado de Ultimas Noticias: Agosto 18, del 2009.
Felipe Tapia
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